Sé que se han divertido mucho estos últimos dos años de campaña, yendo a ‘picnics’, desfiles y ferias estatales, comiendo todo tipo de comida basura que seguramente ni su mamá ni yo les hubiéramos dejado comer. Pero también sé que no ha sido siempre fácil para ustedes y para Mamá, y que pese a lo entusiasmadas que están sobre el nuevo perrito, eso no compensa todo el tiempo que hemos estado separados. Sé cuánto me he perdido en estos últimos dos años y hoy quiero explicarles un poco más por qué decidí llevar a nuestra familia en esta travesía.
Cuando era joven, pensé que la vida se trataba fundamentalmente de mí, de cómo me enfrentaría al mundo, sería exitoso y lograría las cosas que quería. Pero después ustedes dos llegaron a mi vida con toda su curiosidad y magia y esas sonrisas que siempre logran llenar mi corazón y alegrar mi día. Y de repente, todos los grandes planes que tenía para mí ya no parecían tan importantes. Pronto descubrí que los grandes momentos de gozo en mi vida era el gozo que veo en ustedes. Y me di cuenta de que mi propia vida no tendría mucho valor a menos que fuera capaz de asegurar que ustedes tuvieran la oportunidad de ser felices y sentirse plenas. Al final, niñas, es ese el motivo por el que decidí ser presidente, por lo que quiero para ustedes y para cada niño en este país.
Quiero que todos nuestros niños acudan a escuelas donde desarrollen su potencial, escuelas que sean un reto, los inspiren y generen en ellos una capacidad de maravillarse del mundo que tienen a su alrededor. Quiero que tengan la oportunidad de ir a la universidad, aunque sus padres no sean ricos. Y quiero que accedan a buenos trabajos, trabajos que paguen bien y les den beneficios como atención médica, trabajos que les dejen tiempo suficiente para estar con sus propios hijos y retirarse con dignidad.
Quiero que podamos sobrepasar las fronteras del descubrimiento para que puedan conocer nuevas tecnologías e inventos que mejoren sus vidas y hagan de este planeta un lugar más limpio y seguro. Y quiero que podamos sobrepasar nuestras propias fronteras para que lleguemos más allá de la división de raza y territorio, género y religión que nos evita ver lo mejor de cada uno.
A veces tenemos que mandar a nuestros jóvenes, hombres y mujeres, a guerras y otras situaciones peligrosas para proteger nuestro país, pero cuando lo hacemos, quiero estar seguro que sea sólo por muy buenas razones, que hagamos todo lo posible por arreglar nuestras diferencias con otros de manera pacífica, y que hagamos todo lo posible por mantener a todos nuestros compatriotas seguros. Y quiero que cada niño entienda que las bendiciones por las que estos aguerridos americanos luchan no son gratuitas, que con el gran privilegio de ser un ciudadano de este país vienen grandes responsabilidades.
Esa fue la lección que su abuela intentó enseñarme cuando yo tenía la edad de ustedes, leyéndome textos de la Declaración de Independencia y hablándome de los hombres y mujeres que marchaban por la igualdad, porque creían que esas palabras que se habían escrito en papel hace dos siglos significaban algo.
Ella me ayudó a entender que América es grande, no porque es perfecta, sino porque siempre puede ser mejor, y que el trabajo no acabado para perfeccionar nuestra unión recae en cada uno de nosotros. Es una carga que pasamos a nuestros hijos, y a la que nos acercamos con cada generación, cada vez más cerca de lo que sabemos que América debe ser.
Espero que ustedes dos retomen esa responsabilidad, corrigiendo los errores que vean y trabajando para dar a otros las oportunidades que ustedes han tenido. No sólo porque tienen la obligación de dar algo a cambio al país que tanto le ha dado a nuestra familia, sino porque ustedes tienen esa obligación con ustedes mismas. Porque es sólo cuando ustedes dirigen sus esfuerzos hacia algo más grande, que descubrirán su verdadero potencial.
Estas son las cosas que quiero para ustedes, crecer en un mundo que no ponga límite a sus sueños y metas, y que crezcan como mujeres compasivas y comprometidas que ayudarán a construir el mundo. Y quiero que cada niño tenga las mismas oportunidades de aprender y soñar y crecer que ustedes, niñas, han tenido. Por eso he decidido emprender esta aventura con mi familia.
Estoy tan orgulloso de ustedes. Las quiero más de lo que pueden imaginar. Y doy gracias cada día por su paciencia, porte, gentileza y humor mientras nos preparamos para iniciar esta vida juntos en la Casa Blanca.
Las quiere,
Papá